Patrimonio anuló su primera resolución y aprobó otra dejando las piezas en Guístolas. 26 de mayo del 2000: La Asociación de Vecinos de Cerdeira recurrió este traslado ante el conselleiro de Cultura, sin éxito.
Los vecinos presentaron un recurso contencioso administrativo ante el Tribunal Superior de Xustiza y lo perdieron. Manuel Fraga inauguró la nueva área de servicio.
El nuevo alcalde pretende hacer un pequeño museo para protegerlos en condicionesLas piezas arqueológicas fueron llevadas a Guístolas con fuerte polémica
Localidad:
ourense
El acual alcalde, Darío Álvarez, está convencido de que los miliarios de Cerdeira nunca debieron ser trasladados a Guístolas puesto que allí siguen a la intemperie y sin ser visitados por más personas que cuando estaban en el alto.
Hecho consumado
El traslado de los miliarios de Cerdeira fue, a finales de la década de los noventa, un hecho consumado que levantó una fuerte polémica por tratarse de un capricho político local o comarcal que hizo doblegar a la Xunta cambiando la normativa, que pasó de prohibir un traslado de las piezas arqueológicas a permitirlo. Claro que ese traslado ya estaba hecho antes de pedir permiso a Patrimonio.
«Nós queremos levar esas pezas ó Alto de Cerdeira e habilitar alí un local digno, unha especie de pequeno museo para protexelos», señaló Álvarez. «Queremos poñer ese local á esquerda do cruce onde hai unha pequena explanada», añadió el alcalde indepenidnete que gobierna con el apoyo del BNG.
En San Xoán de Río existe una gran sensibilidad ciudadana hacia los miliarios que fueron apareciendo hace un siglo en el entorno del cruce viario de Cerdeira, por donde discurría la Vía XVIII entre Braga y Astorga. Fruto de esa sensibilidad fue el malestar surgido cuando se cambiaron de lugar las piezas arqueológicas, llevándolas unos kilómetros más abajo por la carretera.
Un cambio en el que se vio que Patrimonio no fue capaz de mantenerse coherente prefiriendo satisfacer los deseos de los representantes municipales del PP y originando lo que en un congreso patrimonial andaluz fue denominado como proceso de disneylandización, es decir, cuando se juega con los restos del patrimonio cultural o arquelógico con el único fin de que digan bonito, donde a uno le plazca ubicarlos, y cuando lo que menos importa es el bien arqueológico en sí mismo.