Uno de los escasos templos gallegos de la época está próximo al desplome, con la cubierta caída y las lámparas y retablos a la intemperieEl único ejemplar protorrománico existente en la comarca agoniza en Santa Eulalia de Palio (Lalín). Su antigua iglesia _una joya de la arquitectura religiosa varias veces espoliada_ vive la última etapa de su larga vida de más de ocho siglos entre la indiferencia y la insensibilidad de la Administración. Grandes grietas recorren los muros del templo, abombados y próximos al desplome. La maleza crece a sus anchas, haciendo difícil el acceso al atrio y llegando al techo del ábside y de la nave. La cubierta _que debía haber sido arreglada hace años pero no se lograron permisos oportunos_ yace en el suelo y deja al descubierto lámparas y retablos barrocos. Como diría Quevedo «no hallé donde posar mis ojos que no fuera recuerdo de la muerte».
MARTÍN FERNÁNDEZ.
Localidad:
LALÍN
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LALÍN
La parroquia de Santa Eulalia de Palio existió hasta 1940 en que se repartió entre Cercio y Rodís. Su vieja iglesia es uno de los escasos ejemplares de traza románica de la comarca y aún de Galicia. Su nombre figura en una donación hecha en 1256 al Mosteiro de Carboeiro por un tal Xoán Rodríguez.
Bango Torviso, en su trabajo sobre las obras de época románica en la provincia, indica que se aprecian en ella dos etapas constructivas, correspondiendo la parte más antigua _el arco triunfal_ a un templo anterior reedificado hacia el 1200.
En las tradiciones de Palio, se cuenta que la iglesia primitiva se situaba al lado del castro de la parroquia y que resultó destruida por «unha arroiada moi grande» que llevó las campanas del templo al río Arnego donde aún hoy están sumergidas. Los restos de esa primitiva iglesia serían añadidos a una capilla existente en Santabaia.
La iglesia tiene las características de los primitivos templos visigóticos rurales con rasgos del incipiente románico: nave reducida, ábside rectangular y dos puertas con tímpano oval sobre las jambas en la principal y rectangular con mochetas en la lateral, arco triunfal sobre un par de columnas de fuste grueso y monolítico que se abren para formar los capiteles...
Lamentable
Hoy, el estado del templo es lamentable y una clara muestra del poco respeto que se tiene por parte de las instituciones y personas responsables hacia el patrimonio de nuestra tierra, el más preclaro signo de identidad de un pueblo y sus gentes.
Las grietas recorren los muros, ya abombados y próximos al desplome; la maleza lo invade todo, impide acceder al atrio y llega al techo del ábside y la nave; la cubierta cayó y a la intemperie quedan lámparas y retablos barrocos. El viejo templo está como describía su patria Quevedo: no hay donde posar los ojos que no sea destrucción, abandono, ruina.
Así está, como un triste signo de la Cultura milenaria a merced del expolio y un lamentable ejemplo de la desidia, la insensibilidad y la incultura de algunos responsables políticos.
Bango Torviso, en su trabajo sobre las obras de época románica en la provincia, indica que se aprecian en ella dos etapas constructivas, correspondiendo la parte más antigua _el arco triunfal_ a un templo anterior reedificado hacia el 1200.
En las tradiciones de Palio, se cuenta que la iglesia primitiva se situaba al lado del castro de la parroquia y que resultó destruida por «unha arroiada moi grande» que llevó las campanas del templo al río Arnego donde aún hoy están sumergidas. Los restos de esa primitiva iglesia serían añadidos a una capilla existente en Santabaia.
La iglesia tiene las características de los primitivos templos visigóticos rurales con rasgos del incipiente románico: nave reducida, ábside rectangular y dos puertas con tímpano oval sobre las jambas en la principal y rectangular con mochetas en la lateral, arco triunfal sobre un par de columnas de fuste grueso y monolítico que se abren para formar los capiteles...
Lamentable
Hoy, el estado del templo es lamentable y una clara muestra del poco respeto que se tiene por parte de las instituciones y personas responsables hacia el patrimonio de nuestra tierra, el más preclaro signo de identidad de un pueblo y sus gentes.
Las grietas recorren los muros, ya abombados y próximos al desplome; la maleza lo invade todo, impide acceder al atrio y llega al techo del ábside y la nave; la cubierta cayó y a la intemperie quedan lámparas y retablos barrocos. El viejo templo está como describía su patria Quevedo: no hay donde posar los ojos que no sea destrucción, abandono, ruina.
Así está, como un triste signo de la Cultura milenaria a merced del expolio y un lamentable ejemplo de la desidia, la insensibilidad y la incultura de algunos responsables políticos.
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