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domingo, 20 de abril de 2008

Un largo tira y afloja ante el que sucumbió Patrimonio


..............................................................J.M.G


.................................................SANTI M. AMIL




E1 16 de octubre de 1996: El arqueólogo de la Consellería de Cultura denunciaba que los miliarios romanos de Cerdeira estaban en una nave sin puertas y que convenía guardarlos en un lugar más apropiado. Primera mitad de 1997: El alcalde, Pedro Fernández, decidía trasladar estos vestigios al área de Guístolas, sin disponer del permiso de Patrimonio y alejando las piezas de su lugar natural. 26 de septiembre de 1997: El arqueólogo de Cultura defendía que el Alto de Cerdeira es el lugar idóneo de los miliarios y que el Concello de Río debería haber pedido permiso para el polémico traslado. Ante esta postura, el regidor pide a la Consellería de Cultura la reubicación de las piezas en el área de Guístolas. 2 de junio de 1998: La consellería resuelve que los miliarios «sean colocados en la anterior ubicación del Alto de Cerdeira» como testimonio del paso por aquel lugar de la Vía Nov.a. Los documentos permiten demostrar que el Ayuntamiento se desentiende de esta resolución. 10 de septiembre de 1998: El delegado provincial de Cultura, Felipe Ferreiro, ruega por escrito al alcalde de Río, de nuevo, que cumpla la resolución de la Xunta devolviendo los miliarios a su sitio original. 15 de abril de 1999: El Ayuntamiento remitió al director general de patrimonio una carta para que rectificase la resolución del 98 y permitiese al gobierno local dejar que los miliarios permanecies en Guístolas.
Patrimonio anuló su primera resolución y aprobó otra dejando las piezas en Guístolas. 26 de mayo del 2000: La Asociación de Vecinos de Cerdeira recurrió este traslado ante el conselleiro de Cultura, sin éxito.
Los vecinos presentaron un recurso contencioso administrativo ante el Tribunal Superior de Xustiza y lo perdieron. Manuel Fraga inauguró la nueva área de servicio.







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El Concello de Río quiere devolver los miliarios al Alto de Cerdeira
El nuevo alcalde pretende hacer un pequeño museo para protegerlos en condicionesLas piezas arqueológicas fueron llevadas a Guístolas con fuerte polémica


Jesús Manuel García
Localidad:
ourense




El grupo de gobierno de San Xoán de Río quiere retirar los cuatro miliarios romanos de su actual ubicación, un área recreativa de la OU-536 en Guístolas, y devolverlos al Alto de Cerdeira. Para ello pretende habilitar una pequeña construcción donde puedan estar protegidos y ser admirados por los visitantes con la debida información.
El acual alcalde, Darío Álvarez, está convencido de que los miliarios de Cerdeira nunca debieron ser trasladados a Guístolas puesto que allí siguen a la intemperie y sin ser visitados por más personas que cuando estaban en el alto.
Hecho consumado
El traslado de los miliarios de Cerdeira fue, a finales de la década de los noventa, un hecho consumado que levantó una fuerte polémica por tratarse de un capricho político local o comarcal que hizo doblegar a la Xunta cambiando la normativa, que pasó de prohibir un traslado de las piezas arqueológicas a permitirlo. Claro que ese traslado ya estaba hecho antes de pedir permiso a Patrimonio.
«Nós queremos levar esas pezas ó Alto de Cerdeira e habilitar alí un local digno, unha especie de pequeno museo para protexelos», señaló Álvarez. «Queremos poñer ese local á esquerda do cruce onde hai unha pequena explanada», añadió el alcalde indepenidnete que gobierna con el apoyo del BNG.
En San Xoán de Río existe una gran sensibilidad ciudadana hacia los miliarios que fueron apareciendo hace un siglo en el entorno del cruce viario de Cerdeira, por donde discurría la Vía XVIII entre Braga y Astorga. Fruto de esa sensibilidad fue el malestar surgido cuando se cambiaron de lugar las piezas arqueológicas, llevándolas unos kilómetros más abajo por la carretera.
Un cambio en el que se vio que Patrimonio no fue capaz de mantenerse coherente prefiriendo satisfacer los deseos de los representantes municipales del PP y originando lo que en un congreso patrimonial andaluz fue denominado como proceso de disneylandización, es decir, cuando se juega con los restos del patrimonio cultural o arquelógico con el único fin de que digan bonito, donde a uno le plazca ubicarlos, y cuando lo que menos importa es el bien arqueológico en sí mismo.


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